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VIKINGOS BERSERKERS

El último gran rey vikingo: Harald Hardrada de Noruega

Injustamente, el rey vikingo Harald Hardrada suele aparecer en la historia sólo como un rey noruego que falló en conquistar Inglaterra. Harald, un gigante rubio de más de 2,10 m., vivió en una época en la que los reyes escandinavos estaban puliendo las artes políticas y de la corte para estar a la altura de sus homólogos europeos, pero él seguía estando más en sintonía con los guerreros vikingos libres de siglos anteriores. A día de hoy, me parece un misterio el porqué nadie ha hecho una película sobre este hombre.

Historia del rey vikingo

Harald Sigurdson nació en Noruega en 1015. Con 15 años participó a favor del rey Olaf II en la batalla de Stiklestad, contra el rey Canuto de Dinamarca (posteriormente también rey de Inglaterra y Noruega). En esta batalla, que coincidió con un eclipse solar, el ejército de Olaf perdió. Herido, Harald consiguió escapar de Noruega con los guerreros fieles a su linaje y, en el exilio, formar una banda de lealistas que habían escapado de Noruega tras la muerte de Olaf. Un año después, teniendo Harald 16 años, él y sus noruegos habían atravesado Finlandia y entrado en Rusia, donde sirvieron al gran príncipe Yaroslav I el Sabio como fuerzas de choque, y donde Harald fue hecho general de los ejércitos de Yaroslav.

El rey Harald Hardrada, en la catedral de Kirwall.

El rey trotamundos

A los dos años, el joven general vikingo estaba manteniendo una relación amorosa con Elisif (Isabel), la hija de Yaroslav. Cuando el príncipe, enfurecido, sorprendió a la pareja, Harald se vio obligado a escapar de Rusia con sus leales, según las malas lenguas, aun subiéndose los pantalones por el camino. Harald atravesó con sus hombres Ucrania y el Mar Negro y llegó a Constantinopla, la capital del Imperio Bizantino, donde se alistó en la guardia varega —una unidad mercenaria de élite compuesta exclusivamente de escandinavos. Harald se hizo famoso en todo el Mediterráneo, se ganó el sobrenombre de “devastador de Bulgaria”, triunfó en Noráfrica, Siria, Palestina, Jerusalén y Sicilia, y amasó una inmensa fortuna personal procedente del botín saqueado. Con el tiempo, Harald fue hecho jefe de la guardia varega, almirante de la flota bizantina (la más poderosa del Mediterráneo) y se le dio gran autonomía para llevar al cabo independientemente ataques contra los enemigos de Bizancio. Lejos de su Noruega natal, Harald y sus hombres se habían convertido en los niños mimados de un gran imperio mediterráneo. En su día, las crónicas bizantinas se refirieron a Harald como “hijo de un emperador varego”. Estuvo al servicio de los bizantinos hasta 1042, es decir, hasta la edad de 27 años.

 

La batalla de Stamford Bridge

En 1045, teniendo 30 años, apoyado por sus curtidos leales, su propia veteranía político-militar, sus impresionantes riquezas y por su amplia red de contactos, Harald reconquistó el trono de Noruega como Harald III Sigurdson, reinando durante 20 años y ganándose el apodo de Hardrada (“soberano duro”). Sin embargo, parece que toda esta vida de grandes gestas no había llenado al vikingo lo suficiente. En 1066, Harald puso su punto de mira sobre Inglaterra, esa tierra que había sido el destino de numerosas migraciones nórdicas desde el Siglo V. Harald reclamó el trono inglés aprovechando que había existido en el pasado un reino danés-inglés-noruego, y reunió 300 drakkars para enfrentarse a las tropas anglosajonas del rey Harold. Fue en este marco que tuvo lugar la batalla del puente de Stamford, en el norte de Inglaterra.

Batalla de Stamford Bridge: Lucha en el puente. Autor Angus McBride para Osprey

Un berserker gigante en acción

Precisamente en dicha batalla tuvo un destacado papel un berseker gigante, a cuyo lado el mismo Harald (que medía más de dos metros) parecía un enano. Este enorme berseker noruego defendió el puente durante una hora, matando a todo el que se le acercaba, y sin sucumbir ante las flechas. Un guerrero anglosajón pudo meterse debajo del puente bajando el río dentro de un barril, y a través de una grieta entre las tablas, atravesó con una lanza al gigante. Eso abrió las puertas a los anglosajones, pero la resistencia del héroe había dado tiempo a que sus compatriotas (que habían sido tomados por sorpresa) organizasen una línea de escudos que a los anglosajones les costó Dios y ayuda romper. Harald murió con la garganta atravesada por una flecha. Cuando uno de sus hombres le preguntó si estaba gravemente herido, contestó “sólo es una pequeña flecha, pero está haciendo su trabajo”. Tenía 51 años.

En la batalla nunca debemos escondernos detrás de los escudos..
Mi armadura me dice: Alza la cabeza,donde la espada encuentra al cráneo.

Rey vikingo Harald (antes de la batalla, ante su ejército)

Solo el 10% de los soldados noruegos sobrevivió a la batalla del puente de Stamford. Los anglosajones permitieron a los últimos vikingos zarpar en los drakkars y volver a su Noruega. Generalmente, el año de la muerte del rey vikingo Harald en 1066 coincide con el advenimiento del cristianismo en el Norte, y se considera la fecha del fin de la “era vikinga”.

La Crónica Anglosajona cuenta con detalle cómo, después de los ataques fallidos de Tostig a Inglaterra, marchó a Noruega para ponerse al servicio de Harald III, y ambos atacaron York. El rey Harold se enteró de esta amenaza, pero al mismo tiempo había tenido noticias de una posible amenaza mucho mayor: que Guillermo vendría y conquistaría toda Inglaterra, por lo que Harold reunió a sus tropas en Sandwich, al sureste de Inglaterra. Mientras, en York, los earls (condes) de Mercia Edwin y Morkar trataron de defender esta tierra de los noruegos, y les causaron bastantes bajas, pero no tantas como recibieron ellos, de manera que los noruegos se habían hecho con el control del norte. La crónica data esta primera victoria en el miércoles de la víspera de la festividad del apóstol San Mateo, fecha que correspondería al 19 de septiembre. Enterado Harold de esa derrota, decidió reunir a sus tropas de nuevo y marchar hacia el norte, hasta York, aunque el ejército noruego de Harald y Tostig se había ido a Stamford Bridge, y allí comenzó la batalla, de la que podemos encontrar más información en la Saga de Harald Hardrade. Según esto, cuando ambos ejércitos se encontraron, Harald Sigurdson compuso este poema:

“En la tormenta de la batalla no buscamos abrigo,con pensamientos cobardes, y la rodilla doblada,Tras el escudo vacío. Con el ojo y la mano defendemos la cabeza;Valentía y habilidad en el lugarDel casco y el escudo,En el sangriento campo de batalla”

Saga of Harald Hardrade , cap.  94]